07 Agosto 2013
En una dieta equilibrada, la carne de cerdo tiene un papel importante por su calidad nutritiva.
Jorge Pork Meat
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A través del consumo de la carne de cerdo se favorece una adecuada concentración de neurotransmisores.

La Dra. Reina García Closas es Licenciada y Doctora en Medicina y Cirugía por la Universidad de Barcelona y Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.

Es Diplomada en Nutrición por la Escuela de Nutrición de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada. Máster en Nutrición y Ciencias de los Alimentos por la UB y Máster en Epidemiología por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (Boston, EEUU).

Ha desarrollado su actividad investigadora en la Universitat Rovira i Virgili de Reus, el Institut Català d'Oncologia, el Hospital Universitario de La Laguna, National Cancer Institute (Bethesda, EEUU) y la Universitat de Barcelona. Es autora de más de 80 publicaciones nacionales e internacionales.

Está clara la relación entre la alimentación y la salud. Sin embargo, esta relación que está bien establecida para la salud física, no es tan conocida para la salud mental. ¿De qué modo influye la alimentación en la salud mental?

La alimentación y la dieta están relacionada con el estado de salud y el riesgo de desarrollar múltiples patologías. Esto es así tanto para ‘patologías físicas' como para ‘patologías mentales'. Además, algunos patrones dietéticos, como la Dieta Mediterránea, están constituidos por elementos que se han visto asociados a una disminución del riesgo de determinadas enfermedades, incluyendo algunas patologías mentales.

En este sentido, existen nutrientes específicos directamente implicados en la función cognitiva y en la salud mental, como el tipo de grasa de la dieta, algunas vitaminas del grupo B y antioxidantes. ¿De qué modo pueden afectar al sistema nervioso central las carencias de estos nutrientes?

Algunas vitaminas del grupo B, como la B12, B9 y B6, minerales como el zinc y aminoácidos como el triptófano, pueden estar relacionados con un mejor funcionamiento del sistema nervioso central, ya que intervienen directamente en sus procesos de funcionamiento, en su metabolismo o forman parte de sus estructuras y tejidos. De igual modo, el tipo de grasa de la dieta (el cerebro, en peso seco, es un 60% grasa) va a condicionar las características de los constituyentes lipídicos del cerebro, determinando algunos parámetros fisiológicos como la fluidez, elasticidad, etc., de algunas estructuras y, por tanto, de su funcionamiento.

¿Qué papel puede jugar un alimento como la carne de cerdo en la salud mental?

En el contexto de una dieta equilibrada, la carne de cerdo tiene un papel importante por su calidad nutritiva e importante contenido en micronutrientes y vitaminas. A través del consumo de la carne de cerdo se favorece una adecuada concentración de neurotransmisores, con la incorporación de un aporte adecuado de los precursores y moduladores de su síntesis.

Las proteínas de la carne de cerdo presentan un alto valor biológico, con una óptima composición en aminoácidos esenciales (aquellos que el cuerpo no puede sintetizar por sí mismo y precisa incorporar con la dieta) y una alta digestibilidad. Los aminoácidos precursores de neurotransmisores son el triptófano, la metionina y la tirosina.

Entre las vitaminas que aporta la carne de cerdo destacan la B12, la B1 y la B6. La vitamina B12 es una de las más abundantes. Una ración de carne de cerdo cubre el 100% de las cantidades diarias recomendadas para este micronutriente. En el organismo, esta vitamina actúa como cofactor de distintas reacciones bioquímicas. Una disminución en los niveles de B12 produce disminución de metionina y por tanto de S-adenosil metionina, precursor directo de los neurotransmisores serotonina, dopamina y noradrenalina.

La vitamina B6 también interviene como cofactor de varias enzimas implicadas en la síntesis de los neurotransmisores. El lomo de cerdo o el solomillo presentan un contenido medio de B6 de 0,42 mg por cada 100 g. Una ración de estas piezas (125g) aporta 0,525 mg, el 37% de la cantidad diaria recomendada de B6.

El zinc es, junto al hierro, uno de los minerales más destacables presentes en la carne de cerdo. La influencia de este micronutriente en la depresión es importante, interviene en la producción y modulación de la función de la melatonina y la activación de la vitamina B6. Los estudios clínicos demuestran que los pacientes con depresión presentan bajas concentraciones de zinc. Además, la deficiencia de zinc es un indicador de resistencia al tratamiento. De este modo, los suplementos de este mineral mejoran la terapia antidepresiva. Con tan sólo un filete de solomillo de cerdo (125g) aportaríamos el 30% de la cantidad diaria recomendada de este mineral.

De igual modo, la calidad de la grasa y el contenido en ácidos grasos esenciales convierten a la carne de cerdo en una de las más saludables. El contenido de grasa depende de la parte anatómica del cerdo, siendo aproximadamente del 3% en el lomo y solomillo, del 15% en chuleta y 53% en la panceta. El consumo de las partes magras del cerdo contribuye a alcanzar un equilibrio lipídico global en la dieta, favoreciendo el control del colesterol plasmático y la prevención de enfermedad vascular. La carne de cerdo no posee prácticamente ácidos grasos trans, caracterizados por producir un incremento de citoquinas proinflamatorias. La ingesta de estos ácidos grasos se asocia negativamente con el riesgo de depresión porque alteran la estructura de los receptores de serotonina e inhiben el factor neurotrófico derivado del cerebro.

Existen neurotransmisores cerebrales (sustancias que permiten la comunicación entre las neuronas y que determinan el correcto funcionamiento del cerebro, inciden en el estado de ánimo y cuyo déficit puede determinar la aparición de patologías) cuyos precursores o sustancias a partir de las cuales se forman, están presentes en algunos alimentos. De este modo, el triptófano es un aminoácido precursor de la serotonina, un neurotransmisor que se relaciona con el estado de ánimo. La carne de cerdo, que es rica en triptófano, ¿podría evitar carencias de triptófano y por tanto en serotonina?

A través del consumo de la carne de cerdo favorecemos una adecuada concentración de neurotransmisores, con la incorporación de un aporte adecuado de los precursores y moduladores de su síntesis. Las proteínas de la carne de cerdo presentan un alto valor biológico, con una óptima composición en aminoácidos esenciales y una alta digestibilidad. Los aminoácidos precursores de neurotransmisores son el triptófano, la metionina y la tirosina, todos presentes en la carne de cerdo.

Finalmente, ¿qué cualidades nutricionales hacen de la carne de cerdo un alimento interesante desde el punto de vista nutricional para la salud, en general, y la salud mental, en particular?

Una dieta completa y equilibrada en nutrientes repercute no sólo en la salud física sino también de modo importante en la salud mental, asegurando un aporte de macro y micronutrientes necesarios para el metabolismo celular. El tipo de alimentos está directamente relacionado con el desarrollo de factores de riesgo que promueven el daño cognitivo y desencadenen trastornos mentales.

La depresión y el Alzheimer son alteraciones mentales de gran prevalencia en la actualidad, siendo la dieta una herramienta de prevención de su aparición y progreso. El perfil nutricional de la carne de cerdo es interesante porque aporta ciertos nutrientes implicados en la prevención de estas enfermedades. Destaca su contenido en aminoácidos esenciales como precursores de péptidos neurotransmisores, vitaminas del grupo B, zinc y grasa monoinsaturada. Las partes magras del cerdo (lomo, solomillo, paleta) constituyen la mejor elección por su alta densidad nutricional.

Para poder asegurar el aporte de todos los nutrientes implicados en los procesos metabólicos y neurodegenerativos, la carne de cerdo debe formar parte de una dieta completa, para que los efectos de los alimentos por separado se potencien. La dieta Mediterránea es la más adecuada y saludable. Actúa indirectamente sobre la fisiopatología del Alzheimer y otras enfermedades ocasionadas por deterioro cognitivo, asegurando una protección que impide el daño vascular.

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